Los viajes siempre son buenos, sobre todo si vas acompañado de alguien especial e igual de fanático que tú. Sólo queda preparar el itinerario y lanzarse en busca de esas olas que siempre has querido conocer. Y así fue, tablas en mano (OC Surf Board), cámaras cargadas, comida necesaria, no tanta ropa y a viajar (siempre con problemas entremedio, pero menores al fin y al cabo).
12 a 13 horas de un trip que pasó volando , las ganas de estar en el sol y con olas perfectas nos hicieron olvidar la incomodidad de los asientos , la oscuridad del desierto y otros detalles que nos teníamos previstos (como: dónde bajarnos y cuánto debíamos caminar con el fundón y mochilas pesadas).
Pero esas cosas pasaron a segundo plano , cuando al llegar al spot no encontramos nada de ola.
Afortunadamente, ese pequeño gran detalle nos permitió bajar la revoluciones y visitar un spot vecino en donde teníamos asegurado el espectáculo de buenas izquierdas. En su descripción general podemos mencionar que es un lugar bello, lleno de rocas, arena de conchuela y un color del mar indescriptible; la ola, mucho power (queda pendiente el correrla).
Pero la fé mueve montañas y el pronóstico nos esperanzaba con la llegada del gran swell. Y nuevamente, como todo el viaje, el «Problema – Solución» volvió a ser parte de nosotros. Luego de estar plano el spot llegaron las olas al sunset, permitiéndonos sesionar , con la cara llena de risa, por casi dos horas y media.
El Jueves fue sin duda el más especial, esperamos la hora de almuerzo para correr (en la des hora como le llamamos todos) , sólo con un amigo en el mar; precisamente con Francisco «Arika» Álvarez , que si conocía el lugar de memoria, con muchas temporadas en este spot perfecto.
Y nuevamente el «Problema- Solución» llegó a nuestras vidas. La series entraban de tamaño , pero bajaron hasta llegar a la perfección. Nos presentó en definitiva una ola bien armada, sin viento, con tamaño en su creación y secciones que nos permitían pegarle a la pared hasta tres cortes con una velocidad que no nos imaginábamos.
En general, un día perfecto , en donde el mar estaba encendido, presentándonos colores casi fosforecentes y una energía que nos permitía darnos cuenta que éramos unos privilegiados.
El resto de la historia se lo podemos resumir en una buena convivencia con los viajeros surferos, comodidad en un Hostal frente a la ola, mucho cariño , conversación y por sobre todo mucho surf.
Queremos agradecer públicamente a Diego Undurraga por los datos, a la tía del Hostal por el alojamiento, al Arika Álvarez por las paleteadas y sesiones. Y a todas las personas que conocimos en el viaje , quienes nos reafirmaron que debemos seguir buscado nuevas olas, no parando de conocer y disfrutar de nuestro estilo de vida.
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