Casi no saco fotos hoy en día, pero por puro gusto. Hce ya algunos años que mis ganas de sacar fotos ha ido en declive, sobre todo los últimos dos. En varias ocasiones me he dicho: “Ya! Ahora sí, ahora es cuando retomo y no paro”, pero no ha sido así, salvo el no parar.
Dejar la fotografía deshaciéndome de mi equipo me dolería bastante, incluso si no lo uso mucho. Prefiero saber que está ahí. Es ese apego que uno tiene por algo tan valorado que no me deja dejarlo ir, sabiendo que podría seguir sacando fotos con mi teléfono, pero no es lo mismo, para mí al menos.
Hace algunos meses, en enero de 2020 para ser preciso, mis amigos me invitaron a viajar con ellos a unos 500 kilómetros hacia el sur en auto, desde Viña del Mar. A lo cual claramente dije que sí. Casi abandono el bote el día de partir simplemente por paja (para los no chilenos, es un término que se usa cuando no tienes la intención de mover un dedo para hacer lo que sea) y cero ganas de ir a sacar fotos; pero les había hecho una promesa de que este año les iba a hacer un video de Surf y esta era la ocasión ideal.
Organizar un viaje de surf entre todos ha sido un desafío en si mismo, además «una promesa es una promesa» y hago lo posible por cumplir con lo que me comprometo. Así que no quedó más que tener que subirme a la camioneta , un normal día jueves por la mañana (claramente me sacaron de la cama).
Viajamos 4 en una camioneta del año 2000, con todo el sol, sin aire acondicionado, con 7 tablas si mal no recuerdo y con una deficiente cantidad de cerveza (lo cual fue arreglado una vez llegados al destino). Fuera de paradas técnicas necesarias, casi no llegamos a este lugar.
Antes de tomar el desvío, la última bomba bencinera tenía el sistema interno caído, por lo cual no podían procesar ningún llenado de estanque. En su momento miramos la aguja y dijimos que llegábamos (faltaban un poco más de 80 kilómetros)… Mentira! . A unos 70 kilómetros de llegar se prende la luz de combustible bajo, nos quedaba para hacer unos 50 kilómetros.
Fuimos avanzando y según el mapa no había ninguna bencinera hasta casi llegar, ya nos veíamos haciendo dedo para ir a comprar bencina y tener que hacer dedo para volver. Con los nervios a flor de piel y habiendo pasado nuestra supuesta cuota de reserva, llegamos con 2 litros de bencina a una Copec que estaba a unos kilómetros antes de Constitución. Para que se hagan una idea, la camioneta rinde 7 kilómetros por litro. Lo logramos!
La emoción que nos dejó esa llegada triunfal a Constitución, no nos abandonó en todo el fin de semana. Desde esa tarde que llegamos, en que Piedra de la Iglesia nos regaló sus izquierdas infinitas, al igual que al día siguiente, y hasta el domingo en donde ya nos habíamos asentado en el puerto con sus izquierdas tuberas en punta. Fue un viaje inolvidable, donde compartimos muchas olas, y buenos momentos. Compartíamos algo que no sabíamos que podía ser tan preciado como nos damos cuenta un día como hoy 30 de abril, encerrado en casa manteniendo cuarentena preventiva.
Y ahora, solo porque me hizo sentido hace dos días, el hacer un proyecto completamente diferente, dado que hacer videos no es lo mío, y registrar algo que para mí tiene significado, me ha dado un empujón considerable, lo siento, quizás no sea el 100% de hace unos años, pero tampoco tiene que serlo.
Los dejo invitados a ver “La Furia”, un corto sencillo que espero me muestre nuevas formas de vivir la fotografía, y quizás quien sabe, encantarme con algo distinto.
Texto/Fotos/Video: Felipe Gálvez